Incrédulo con las musas
Mis ojos, descreídos de las musas,
atienden al movimiento de mis manos;
que pelean con ideas difusas
para enaltecer nuestra condición de humanos.
Dedos temerosos toman roles especiales,
de dioses en sus banquetes deliciosos.
Nuestros destinos aguardan ansiosos
sus silenciosos designios celestiales.
Mis brazos honrosos,
desesperados y valerosos;
hartos de los prestigiosos abanderados;
desean, fastidiosos, vivir liberados.
Etiquetas: poemas
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