El creador debe saber

Quiero compartir ahora, algunas cosas que leí en "Cómo se escribe una obra teatral" de Ignacio Apolo, Marcelo Bertuccio, Tulio Stella y Patricia Zangaro. Estos son extractos de lo escrito por Marcelo Bertuccio, que de verdad me movieron muchisímo, y son del tipo de cosas para tener en una pared cercana y recordad siempre, los titulos son mios, para facilitar el salteo de quienes prefieren esa forma de lectura.

El creador debe saber qué es lo que le atañe

El artista sólo podrá generar una obra artística en tanto explore su propia y subjetiva relación con la realidad, y esta relación deberá desestimar la realidad incompleta que desde los poderes, desde todos los poderes, se pretende comunicar como realidad verdadera.

La realidad no es realismo

La realidad no es realismo, ni sus derivados.
La realidad no es solamente de un modo.
La realidad es una comunicación de fragmentos de realidad, en algunos casos contradictorios y aparentemente inconciliables.
La realidad es aquello que concebimos, cada uno de los habitantes del planeta, como tal.
La realidad es de todos.
Nada que un ser humano pueda concebir dentro de sí esta fuera de la realidad.
El teatro es siempre revolucionario en tanto propone, en eterno presente, estos preceptos. El dramaturgo observa y vivencias las zonas ocultadas para luego iluminarlas, descorrer las cortinas, hacerlas públicas.

Más que una mirada una vivencia

Y más que una mirada una vivencia. La vivencia genera naturalmente un discurso, y un dramaturgo desgrana, desenrolla, desarma ese discurso en una situación dramática, que es análoga a una situación real. Se presenta una situación objetiva, de la única forma posible: subjetivamente.

El Autor desconfía

El autor desconfía
de lo que le muestran,
de lo que le dicen,
sabe que las conclusiones son ilusorias,
que las etiquetas responden a intereses de dominación,
que lo bueno y lo malo, lo bello y lo feo, lo recto y lo degenerados, lo real y lo ficcional, son conceptos antinómicos absolutos y por lo tanto falsos, que generan las modas, las tendencias, algunos investigadores, la crítica, las secretarías de cultura, los editores, los festivales, las escuelas: todo aquello que pretende la obra artística como algo acabado, cerrado, quieto y, sobre todo, fácilmente "conceptualizable", "archivable" y "convertible" en objeto de rápido consumo".

Marcelo Bertuccio